viernes, 30 de julio de 2010

Urge atención sicológica a víctimas del conflicto: MSF


“Yo estaba con mi hermana en la escuela y mi mamá se había quedado en la finca con mi hermanito menor. Cuando llegamos a la casa, el niño estaba llorando todo asustado y mi mamá no estaba. Nosotros le preguntábamos que por qué lloraba, que dónde estaba mi mamá, pero él no podía decirnos nada. Entonces me puse a buscar a mi mami por los lados de la casa y fue cuando la encontré. Yo le gritaba que se despertara, pero ella no me oía. Entonces llegaron unos vecinos que habían escuchado los tiros y me dijeron que mi mamá estaba muerta”. Narración a Médicos sin Fronteras de una adolescente de 14 años desplazada en Florencia.


Por: Revista Semana.com

Víctimas como éstas le permitieron a la ONG Médicos sin Fronteras hacer una descripción del estado sicológico de quienes sufren las consecuencias del conflicto en Caquetá. Sus conclusiones quedaron consignadas en el informe ‘Tres veces víctimas’, que lanzó esa organización esta semana en España. La organización basó su análisis en los casos de 5.064 pacientes atendidos en ese departamento entre marzo del 2005 y septiembre del 2009. De cada 100 personas que recibieron ayuda sicológica, 65 eran mujeres, y 35 hombres. La mayoría estaban entre 19 y 45 años.

El interés por Caquetá surge porque “ha sido uno de los puntos neurálgicos del conflicto colombiano. La histórica presencia de la guerrilla y grupos paramilitares, así como la fuerte militarización de los últimos años, ha convertido la zona en un campo de batalla”.

Para los grupos armados ilegales, este territorio es estratégico porque su suelo es rico en recursos naturales y apto para los cultivos ilícitos. Además, ofrece rutas terrestres y fluviales que permiten la movilización de tropas, armas y narcóticos.

En ese contexto, en el 2009 fueron desplazadas de sus casas 7.600 personas, 265 habitantes de ese departamento asesinados y se presentaron 130 incidentes con minas antipersonal o municiones sin explotar, en los que murieron 20 personas.

Médicos sin Fronteras encontró que aquellos afectados son tres veces víctimas. “La población civil no sólo sufre la violencia generada por el conflicto armado, sino que está sometida a otros dos niveles de violencia: el abandono y la inoperancia de las instituciones que deberían atenderla, y el silencio y el estigma por parte de la sociedad. Estos tres niveles de violencia tienen efectos sobre la salud mental y sobre la calidad de vida de los individuos y las comunidades expuestos de una manera u otra al conflicto”, dice en su informe.

“Existe una negación por parte del Estado colombiano sobre la existencia de las víctimas desde el momento en el que no reconoce la existencia de un conflicto armado, y se prefiere hablar de la presencia de una emergencia compleja o de una lucha antiterrorista. La ausencia de reconocimiento de un conflicto armado y de sus víctimas, tiene como consecuencia directa la pobre destinación de gasto social para la atención de esta población, lo cual repercute en la ausencia de sistemas de respuesta estatal apropiados y suficientes”, dice la ONG.

Los trastornos

En su trabajo en Caquetá, Médicos sin Fronteras identificó que son cinco los diagnósticos sicológicos más frecuentes en las víctimas del conflicto armado. Para la ONG, es necesario que el Estado se preocupe por la atención de estas personas.

De cada 100 consultas, 19 personas padecían trastorno adaptativo, que se refleja en cambios en los comportamientos y en las emociones de las personas tres meses después de haber sido expuestas a un episodio de violencia.

El 17,55 por ciento de las víctimas buscó a los sicólogos de la ONG porque tenían problemas de relación con los demás y porque habían sido víctimas de abusos físicos, sexuales.

Del total de personas atendidas por Médicos sin Fronteras, el 11,3 por ciento padecía depresión mayor, episodio único. Este se caracteriza “por la presencia durante al menos dos semanas, de como mínimo cinco de los siguientes síntomas: estado de ánimo triste, irritable durante la mayor parte del día y durante la mayor parte de los días; disminución de la capacidad para disfrutar o mostrar interés o placer en las actividades habituales; disminución o aumento del peso o del apetito; dificultades para descansar; lentitud o agitación sicomotriz; sensación de debilidad física; sentimientos recurrentes de inutilidad o culpa; disminución de la capacidad intelectual; pensamientos recurrentes de muerte o ideas suicidas”.

De cada 100 pacientes atendidos por la ONG, nueve recibieron como diagnóstico el duelo. “El duelo normal se inicia ante la muerte de un ser querido, de forma inmediata o al cabo de unos meses. Sus signos y síntomas habituales son: tristeza, recuerdos persistentes de la persona fallecida, llanto fácil, irritabilidad, alteraciones del sueño y dificultad para concentrarse. Normalmente, su duración no es superior a seis meses, pero varía de persona a persona. En algunas ocasiones, un duelo normal puede acabar provocando un trastorno depresivo mayor”.

Y el quinto diagnóstico más frecuente en las consultas de las víctimas es el trastorno del estado de ánimo. El 8,29 por ciento lo padecía.

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